Hace un tiempo que se han puesto de moda los musicales de pequeño formato que homenajean a figuras reales (Paquito forever, Ocaña, reina de les Rambles o Close to Liza). Este Guillermotta quiere hacer algo similar, pero lejos de ser un repaso a la vida de la cantante o un tipo de recreación del personaje opta por la forma del concierto. Desde el primer momento nos dicen que el intérprete principal, auténtico fan de Guillermina, se ha bebido una poción para estar más favorecido y meterse en la piel del personaje al que imita. Y así es como aparece un Jordi Vidal travestido que a momentos nos recuerda a Wanda Pitrowska -alter ego de Xavier Albertí- y a momentos nos transporta al mundo de la conocida cantante catalana. Pero siempre desde cierta distancia y con el máximo respeto, porque aquí no se trata de imitar sino de reinterpretar un repertorio que ya es patrimonio de todos… aunque algunos ni lo sepan.
Está claro que cogiendo como eje del espectáculo a una artista como Guillermina Motta hubieran podido salir referencias a la Nova Cançó, a los Setze Jutges, a la Gauche Divine, etc. Pero aquí se deja que las canciones nos hagan viajar por todos estos puntos, sin poner fechas, ni nombres, ni hablar de anécdotas jugosas. Y es que el repertorio de la Motta merecía por sí solo un espectáculo. Ella llevó hasta nosotros, y en catalán, los magníficos temas de la chanson française, especialmente canciones de Jacques Brel, Barbara o Anne Sylvestre. Pero también adaptaría poemas de Sagarra, Carner, Salvat-Papasseit o Maria Mercè Marçal, e incluso tendría una época -la más recordada- en la que recuperó los cuplés que habían llenado de alegría y picardía el Paralelo barcelonés.
Vidal, a quien ya hemos visto y aplaudido en numerosos musicales, pone voz a todos estos temas… que no son nada fáciles ni aptos para cualquier cantante. Se necesita un voz muy clara, con un amplio registro y una dicción perfectas, cosa que el cantante y actor nos sirve con toda naturalidad. Creo que su trabajo merece todos los elogios, porque emociona y divierte, y sobre todo porque nos ofrece un concierto de gran calidad con la complicidad del pianista Jordi Cornudella.