A pesar de que ahora ya esté un poco olvidada, Godspell fue un obra musical muy exitosa e influyente a principios de los 70. Fue coetánea de Jesucristo Superstar, y lo cierto es que hay numerosas coincidencias entre ellas. Las dos tuvieron un estreno al margen de Broadway antes de llegar a los grandes teatros, las dos fueron adaptadas en el cine, las dos tienen una estética hippie muy propia de la época, las dos colocaron algún tema en las listas de éxitos y también las dos -y esto es lo más importante- tienen como protagonista a Jesús. Es cierto que Godspell se basa en las parábolas y los mensajes del Evangelio según San Mateo y está estructurada en base a sketches o pequeños números independientes. Esto quizás le da un aspecto más naïff de lo que haría falta, y creo que su adaptación a tiempo actual resulta un poco ingenua. Y no por el mensaje, sino por la forma y su concepción original.
La partitura de Godspell también es un poco ecléctica, tocando varios géneros y obviando algún tema o leitmotiv que lo articule todo. Además, creo que los arreglos actuales todavía acentúan más las diferencias entre los temas y no ayudan a que sea un producto bastante cohesionado. Aun así, justo es decir que la calidad de los intérpretes es muy alta y que la mayoría tienen alguna canción para lucirse y brillar. En este sentido, quizás el que más destaca es Adrián Salzedo en el papel protagonista.
La estética del espectáculo tiene reminiscencias circenses que ya provienen del original y también de la película del 1973. Quizás no se acentúa tanto lo “flower power” de los setenta, pero en este caso creo que es una buena decisión. También lo es la utilización de títeres y máscaras en algunas escenas, aspecto que ayuda a crear una sensación de cuento o fábula. La escenografía quizás quiere aglutinar demasiadas cosas –un almacén abandonado, una iglesia, un teatro- pero resulta efectiva en muchos de los números musicales.