De un vistazo

Fugadas

13/09/2013

Hay miradas que enamora, otra que hipnotizan. Miradas que fascinan, otras que te hacen sentir pequeña. Las hay escurridizas, misteriosas y juguetonas. Y otras tan penetrantes que llegan a tocarte el alma. Todos necesitamos una mirada y, de vez en cuando, la rehuimos. Una mirada puede significarlo todo o no querer decir nada. A veces pensamos «¿qué hubiese sido de mi sin aquella mirada?», pero… ¿por qué no darle la vuelta a la pregunta y atesorar el «menos mal que nos la cruzamos»? Una mirada, un segundo de atención entre una dependienta atareada y una clienta melancólica, puede sacarte del anonimato, de aquella invisibilidad tan apreciada como temida a la vez; y convertirte en el coprotagonista ideal de una amistad perfecta y acogedora.

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