La idea de este espectáculo era construir un entretenimiento musical a partir de convenciones navideñas, aunque fuera para subvertirlas o reventarlas. Creo que la idea era buena, y la oportunidad de tener un montaje que se puede reestrenar todas las Navidades, totalmente acertada. Lo que pasa es que por culpa de una dramaturgia confusa -o por la carencia de ella- el espectáculo acaba siendo un contenedor de canciones de temática navideña, ocurrencias separadas y personajes desaprovechados (el Caganer o la Tía Pepa podrían haber jugado un papel muy diferente). Es cierto que se toma el formato de Cabaret, y que en el Cabaret cabe todo, pero no hay que olvidar que incluso en este tipo de espectáculos hay una estructura, una dramaturgia interna particular y, sobre todo, un hilo conductor que nos facilita el viaje. Si no hay algún tipo de estructura, el viaje puede resultar caótico. Es cierto que hay escenas interesantes (la de las dos familias) y unos arreglos musicales complicados, a la vez que brillantes. De hecho, las interpretaciones de los cuatro actores que vi (hay un total de ocho que irán rotando durante todas las funciones) son realmente interesantes, tanto desde el punto de vista actoral como musical. Son intérpretes muy jóvenes pero con un talento totalmente visible y una entrega absoluta. La dirección de Míriam Escurriola también apunta a un lenguaje corporal muy esmerado, marca de la casa… Por lo tanto, pienso que había todos los elementos adecuados, pero en mi opinión el vehículo utilizado no ha sido el más adecuado para llegar a buen puerto. Eso sí, podréis disfrutar de buenos momentos musicales y revivir el ambiente navideño con un cocktail de All I want for Christmas is you, Fum Fum Fum, Jingle Bells, White Christmas y muchas más…
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