Poner en escena una tragedia griega puede comportar grandes complicaciones por la distancia de siglos que nos separan de aquellas obras. Sin embargo, tienen la ventaja de hablar de asuntos tan trascendentales que, por su carácter universal, fácilmente todavía están vigentes hoy en día. Con Filoctetes, por ejemplo, su director Antonio Simón ha hecho una apuesta clara por potenciar los temas del texto de Sófocles con más actualidad: la corrupción del poder, la ambición, la manipulación, la mentira o la guerra. El resultado es un montaje funcional, con unas correctas interpretaciones y un buen puñado de referencias que pretenden subrayar la contemporaneidad de la historia. Especialmente, podemos destacar la composición de personaje de un Pedro Casablanc que siempre logra estar a la altura de las circunstancias. Sin embargo, a pesar de estas virtudes, el espectáculo acusa un cierto énfasis a la hora de dar protagonismo al texto, de forma que, por momentos, acaba resultando demasiado discursiva. Por otro lado, hay que señalar el acierto de Simon optando, en esta versión, por un coro de mujeres (en lugar de hombres como en el original). Aunque, finalmente, no tiene demasiada relevancia en términos narrativos, se tiene que aplaudir que haya tenido este gesto para dar espacio a una sabiduría femenina que contrasta con el belicismo patriarcal del resto de personajes; especialmente, cuando otros muchos directores no muestran esta sensibilidad ni siquiera ante propuestas mucho más problemáticas que ésta. Finalmente, podemos resaltar una escenografía, proyecciones y ambiente sonoro bastante sugerente para crear una atmósfera inquietante que invita al público a entrar en este universo dramático de manera adecuada.
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