Ya hace 17 años que el proyecto Escenaris Especials trabaja para que en el escenario se vea reflejada la diversidad real que existe en nuestra sociedad. Hacen teatro con personas con diversidad funcional, trastorno de espectro autista, trastorno mental, jóvenes con neurodeficiencias y/o necesidades educativas especiales o personas que están en proceso de deshabituación de tóxicos. En los últimos años han accedido a grandes teatros y han representado obras donde también colaboran actores profesionales, como en la recordada y premiada Mare de sucre, vista en el TNC el 2021. Clàudia Cedó –la exitosa autora de Una gossa en un descampat– es creadora del grupo y también directora y autora de muchos de sus espectáculos. Ahora le toca el turno a Fantàstic Ramon, un proyecto ambicioso y realmente trascendente.
Fantàstic Ramon explica la historia de un niño de trapo, es decir, un niño especial y diferente que nace en un pueblo más cerrado de lo que podía parecer a primera vista. El rechazo del niño y la batalla de su familia contra la sociedad que los rodea son los principales conflictos de la pieza, que pone a los actores con diversidad funcional justo en el lado contrario donde normalmente les toca vivir. Verlos haciendo todo aquello que hacen los que los discriminan conlleva un juego de espejos muy interesante. Un gran trabajo de un grupo de actores que se mezcla, como en otras ocasiones, con profesionales ya reconocidos: Xicu Masó, Anna Moliner, Francesc Ferrer, Vanessa Segura y Kathy Sey.
Clàudia Cedó construye un texto aparentemente sencillo, con la metáfora como eje central. A ratos el pueblo y todos sus habitantes recuerdan a los de las obras de Dürrenmatt, con un tono paródico e incluso humorístico que hace surgir la tragedia desde el fondo. La parte final quizás resulta demasiado compleja e incluso un poco confusa. Creo que la obra se resiente de una duración excesivamente larga y también de una dirección que quizás no sabe compensar del todo las diferencias de ritmo que se producen. Aun así, Fantàstic Ramon supone una experiencia interesante, necesaria y muy conveniente en un teatro como el Lliure, que tiene una audiencia tan amplia y diversa.