Siempre he tenido la sensación de que Fernando Pessoa fue un escritor triste, solitario y completamente dedicado a su obra, que por otro lado le permitió ocultar sus múltiples personalidades a través de sus famosos heterónimos. En definitiva, un autor complejo, con muchos enigmas y con una vida alejada de comicidades y situaciones románticas. Es por eso que sorprende la visión con la que se presenta este espectáculo, aunque se base en la relación epistolar del poeta con la mecanógrafa Ofelia Queiroz. Se mire como se mire, fue una relación más patética que romántica, en la que incluso Pessoa envió todo su ejército de heterónimos a conquistarla… consiguiendo una situación esquizofrénica que lo acabó estropeando todo.
Por todo lo que acabo de explicar, se hace difícil creerse la historia de Pessoa y Queiroz a partir de un estilo teatral que combina comedia gestual, clown y números musicales, aunque tengan el ritmo de fado. Sí que hay momentos de cierto lirismo y otros que intentan explicar el sufrimiento de los personajes, pero el tono es irregular y el meritorio esfuerzo de los actores Oscar Jarque y Núria Cuyàs no es suficiente para salvar la pieza. Una oportunidad perdida para explicar una bonita historia de amor, y también para disfrutar de la melancolía y la nostalgia del fado portugués… a partir del cual hubiera sido más fácil entrar dentro del universo del poeta.