Bello, extrañísimo y desconcertante

En avant, marche!

En avant, marche!
11/07/2015

El año 2011 pude presenciar en el mismo Teatre Lliure otro espectáculo de Van Laecke, Platel y Prengels, Gardenia. A pesar de que aquel montaje iba sobre el transformismo, la tolerancia y la aceptación de una sexualidad diferente más allá de los sesenta años, las intenciones artísticas son muy similares. Tanto un espectáculo como el otro juegan con la extrañeza de los espectadores, hasta hacerlos cómplices de unas historias que requieren esfuerzo y comprensión. Más que historias son imágenes, sensaciones. Imágenes bellísimas que acompañadas de la música adquieren una épica y un simbolismo a prueba de bombas.

De todas formas, este En avant, marche! tiene algunos problemas de base que para mí no lo hacen del todo redondo. Según el dossier y el programa de mano la idea de los autores era hablar de un colectivo diverso, el del mundo de las bandas, que a pesar de todo tiene que mantener un ritmo único. A pesar de que es un punto de partida interesante, pienso que el espectáculo acaba hablando de la muerte, del deseo, del hecho de agarrarse a la vida en común… que en este caso acaba siendo una vida que gira en torno a la música y a los músicos. La forma de llegar hasta aquí es complicada y tortuosa, porque los cuatro actores que se mezclan entre varios músicos profesionales -muchos de ellos de la Banda Municipal de Barcelona– se expresan en varias lenguas europeas y recitan diálogos que muchas veces nos alejan de lo que estamos viendo. ¡Suerte tenemos de la música! Los momentos musicales son magníficos y casi todo lo que he podido extraer de las intenciones del montaje lo he sacado precisamente de estas escenas… En definitiva, un espectáculo al que hay que ir con la mente muy abierta y los sentidos muy entrenados. El día del estreno, muchos aplausos y mucha gente en pie… a pesar de que también presencié deserciones y escuché algún que otro abucheo.

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