La amistad va cambiando con el paso del tiempo, algunas perduran con más o menos intensidad, otras se van perdiendo o quedan de manera residual en la vida de las persones. Pero hay conexiones que per una u otra cosa, continúa existiendo.
En medio de una noche de temporal, Llorenç pide a Hèctor y Xevi que se encuentre en casa de este último. Es urgente y tiene que ser una reunión secreta. Los tres eran grandes amigos en la adolescencia, pero ahora solo hablan de vez en cuando. De golpe sus vidas cambiaran por un suceso que pasó hace casi veinte años. Será una noche entretenida.
Con humor y mucha energía, esta obra llena el escenario de una acción trepidante que provoca al público risas espontáneas e inevitables en medio de la situación surrealista que se explica. El texto de Víctor Borràs se refleja en las propuestas del irlandés Martin McDonagh, de las cuales algunas han tenido recorrido aquí (La reina de la bellesa de Leenane), con un lenguaje directo, sin muchas florituras y reflejando una dramaturgia coloquial y veraz. Rápidos y con mucha pasión, los personajes no dejan ni un minuto de vivir intensamente aquello que transmiten con las palabras. Quizás incluso demasiado impulso en el inicio de la obra, dejando exhausto al público nada más empezar.
Es un montaje muy dinámico que tiene un trabajo cuidado y espectacular en el diseño de sonido y luces. La manera como reproduce la tormenta para que incluso parezca que hayan de caer gotas encima del público es brillante. La creación ambiental en la escenografía y sobre todo en la envoltura de los sentidos es de premio.
Ernest Villegas, Ivan Benet y Norbert Martínez, son estos tres amigos reencontrados por las circunstancias. Con una química muy natural, sus personajes van navegando a través del baile de emociones que van viviendo. Son sus interpretaciones las que mantienen a la espectadora atenta y expectante por el próximo paso que harán.
Historia con un giro interesante al final que cierra un círculo divertido y harmonioso entre pasado y presente.
