Un Shakespeare muy académico

El somni d'una nit d'estiu

El somni d’una nit d’estiu
06/01/2015

El exceso de prudencia puede llegar a ser un defecto casi tan peligroso de cara a la puesta en escena de un clásico como la irreverencia gratuita o una comprensión demasiado superficial del texto. El mismo Joan Ollé ha reconocido que no ha tratado demasiado con Shakespeare «por el respeto» que le tiene y es, precisamente, de ahí que esta versión de El sueño de una noche de verano no acaba de brillar. El montaje lo tiene todo para llegar a la excelencia: un numeroso grupo de magníficos actores y actrices, música en directo, una escenografía espectacular, una estética muy trabajada… Y bueno, en cierto modo, el conjunto funciona; sobre todo, en lo que respecta a la vertiente mágica del espectáculo. Desgraciadamente, el resultado es correcto en términos generales pero poco arriesgado y demasiado académico. Por muchos siglos que hayan pasado, la obra sigue siendo una comedia y, por tanto, debe continuar haciendo reír. El director debe ser capaz de explotar el sentido de la diversión inherente al texto, pero Ollé se ha mostrado tímido, en este sentido. Sólo el grupo de artesanos alcanzan el nivel de comicidad apropiado junto con el actor Pau Viñals: maravillosamente inspirado en el papel de Puck, el duende. Por lo tanto, le falta festividad y alegría, y aprovechar la modernidad de la pieza (que ha quedado, ciertamente, diluida en su tono ceremonioso). Por decirlo de alguna manera, Ollé comprende la obra y lo demuestra, pero no se atreve a llegar a sus entrañas: la brutalidad animal del ser humano, el erótico juego de espejos y la vehemencia del deseo más instintivo. En cambio, esta misma cautela le lleva a construir una inquietante atmósfera ciertamente muy lograda e interesante que sería el marco perfecto para hacer aflorar el lado oscuro y juguetón del erotismo si, en este caso, internamente el resultado estuviera a la altura.

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