La Calòrica (que en esta ocasión no ha podido contar con su dramaturgo habitual,Joan Yago) se ha lanzado a la creación colectiva con El profeta, un espectáculo que da por hecho que todo el mundo en este mundo cree en alguna cosa y que equipara (peligrosamente) el conocimiento científico y la fe (irracional) dando como resultado un espectáculo con un mensaje confuso que, lejos de cuestionar creencias, se limita afirmar que, de alguna manera, alguna cosa debe haber, aunque cada época la ha llamado de manera diferente.
Dejando de lado el contenido, sin embargo, estamos ante uno de los mejores montajes de La Calòrica con respecto a la interpretación (los tres actores están magníficos), la puesta en escena (nada fácil, ya que combina tres historias de tres épocas diferentes) y el apartado técnico.