Nadie puede negar que Joan Pera se ha ganado, con el paso del tiempo, el estatus de «gran cómico» de nuestros escenarios. Es un heredero directo de Joan Capri, pero también de Mary Sampere, Paco Morán y tantos otros. Hoy en día disfruta de un respeto que se ha ganado a pulso, llenando plateas un año tras otro y trabajando sin cesar en el teatro, y en menor grado en la televisión y en el cine. Es por todo esto que El pare de la núvia -este traje a medida que le han hecho Joel Joan i Hèctor Claramunt– supone un paso más en una carrera rellena de éxitos. Un paso que cumple con las premisas necesarias para no salirse de su personaje ni de los líos que el público espera.
El padre de la novia empieza con los preparativos de una boda, y poco a poco conocemos la poca predisposición de la novia, los excesos del padre, las extravagancias de la madre y un secreto que lo cambiará todo. El argumento no es un derroche de originalidad, pero está servido con ritmo y momentos bastante divertidos. Lo que le pasa a la obra, sin embargo, es que resulta irregular, especialmente por combinar estilos humorísticos diferentes. En este sentido, todo empieza como un clásico vodevil francés para continuar, en la segunda escena, con una serie de situaciones alocadas y absurdas que elevan el tono y consiguen los momentos más lucidos. Lo malo es que a partir de aquí todo se estanca y algunas escenas excesivamente largas -la aparición del ex o toda la parte de la boda- acaben por lastrar el ritmo.
Joan Pera nos ofrece, como era de esperar, las situaciones más divertidas, a pesar de que la complicidad de Pep Sais y Oriol Casals lo ayudan muchísimo. La dirección de Joel Joan resulta tan discreta como efectiva, y el diseño escenográfico de Marc Salicrú acompaña el conjunto de forma correcta. Podríamos decir que el conjunto resulta agradable, simpático, irrelevante y quizás un poco largo… pero no se podrá negar que el vehículo que se ha construido cumple, de largo, las expectativas.