Albert Tolla y Rodrigo García nos presentan El Palmeral, una obra situada al Al-Andalús ante el auge del fundamentalismo. Se trata de una historia de amor y traición, del conflicto entre la ley establecida y las lealtades personales. Todo la fuerza y ell trasfondo de los clásicos, de una tragedia griega en una obra musulmana, en un drama de lo más universal. Sin embargo, el argumento no es lo más relevante en esta obra, sino la palabra. El texto se muestra desnudo ante el espectador. Sobre el escenario, el murmullo del canto como única música, luz tenue, escenografía sobria, tecnología discreta. Todo dispuesto para que El Palmeral sea un disfrute poético a través de la voz de cada personaje: frases susurradas y palabras medidas y profundas, que no rimbombantes. De este modo, se escenifican los soliloquios de los protagonistas y actores (Ruben Ametllé, Alicia González Laá, Juanma Diez, Anna Casas, David Anguera y Elena Fortuny) para contar la condena de dos hombres por su relación clandestina y homosexual. En definitiva, El Palmeral es una oda en toda regla al teatro y a la lírica. También un canto a la libertad y al amor. Y a la educación que rehuye doctrinas, por supuesto.
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