Ahora que están de moda los tributos a cantantes o grupos de relieve, este musical podría significar un homenaje encubierto a la carrera de la gran Whitney Houston. De hecho, en esta versión musical de El guardaespaldas se incluyen éxitos de la cantante que no aparecían en la película, como How will I know, Saving all my love, One moment in time o la archiconocidísima I wanna dance with somebody. Por tanto, podríamos decir que el argumento era una mera excusa, como ya ocurría en Mamma Mía o en We will rock you, con la diferencia de que en este caso sí existía un precedente fílmico que marcó a una generación y que permitía hacer un doble ejercicio nostálgico bastante resultón. Y hay que decir que como concierto la obra funciona muy bien, puesto que la calidad vocal de la mejicana Fela Domínguez es incuestionable y la producción de los números es sencillamente espléndida. Con habilidosas proyecciones, un gran trabajo de iluminación y un ballet a la altura todo luce como en otras grandes producciones de Stage Entertainment. Sin embargo, el problema está en las partes dramáticas, pues si la película ya no era ningún portento, aquí las superficiales o sobreactuadas interpretaciones de una parte del elenco no ayudan a resolverlo. No le echaría la culpa a Iván Sánchez, que es el Frank Farmer que me tocó ver a mí, si no más bien al conjunto y a esa cierta desidia que existe a veces en algunos musicales por intentar dar a las partes habladas la misma calidad que al resto. Aún así, el nivel es alto y el espectáculo brilla, divierte y -sobretodo en las escenas musicales- entusiasma a la mayoría de espectadores.
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