Pessoa en equilibrio

El fingidor

El fingidor
10/07/2021

El año 2015 Pep Tosar nos habló de Lorca en la magnífica Federico García, que estuvo rodando por los teatros durante más de cuatro años. A todos nos entusiasmó la propuesta, a pesar de que no hay que olvidar que Tosar ya había dirigido espectáculos en los que hablaba de la vida y las obras de otros grandes autores, como por ejemplo Blai Bonet, Guillem d’Efak o Vicent Andrés Estellés. Ahora le toca el turno a Fernando Pessoa, uno de los nombres más importantes de la literatura portuguesa. Y lo hace con la misma fórmula que con Lorca, pero cambiando el flamenco por el fado o la música americana, el baile por los equilibrios y las imágenes de Andalucía por las de una Lisboa señorial y majestuosa. También hay una gran pantalla en el proscenio y los testimonios de expertos o, incluso, de una sobrina… igual que ya va pasaba en el montaje sobre el poeta andaluz. La estructura es la misma, el envoltorio similar, pero la sensación es evidentemente diferente. El tono de El fingidor es más pausado, más reflexivo, y el desconocimiento de algunos detalles de su vida hace que se establezca una relación diferente con el personaje. El resultado es igual de conmovedor, quizás más lírico que apasionado, pero cargado de una extraña desesperanza que finalmente se transforma en positividad. Se intenta dar la vuelta a la imagen del escritor -con fama de nostálgico, depresivo y triste- y creo que, en parte, se consigue. Uno sale del teatro pensando, sobre todo, en la vida de un hombre singular, de un humor muy personal, que se desdobló en sus heterónimos para dar cabida a todas sus personalidades literarias. Un hombre que, a pesar de lo que podamos pensar ahora, murió sin haber conocido el éxito ni el reconocimiento posteriores.

El espectáculo fluye con el ritmo de las palabras de Tosar y la música que nos aportan Joana Gomila y Elisabet Raspall. Ellas nos transportan a la música portuguesa, pero también a melodías americanas más populares como por ejemplo Everybody’s talking o Nowadays. Por su parte, Juncà Escalas y Tomeu Arner son la parte física del espectáculo, consiguiendo que los ejercicios de trapecio o los equilibrios con la escalera o con la rueda se transformen en metáforas potentes y realmente deliciosas… sobre todo cuando se funden con el Océano Atlántico, la luna o las empinadas calles de Lisboa. Lo mejor del caso es que el trabajo de todos ellos se funde, se mezcla y se complementa. Así, tenemos momentos en que la trapecista se transforma Ofèlia de Queirós o el funambulista conversa con Pep Tosar, un narrador omnipresente al que quizás se le puede reprochar que no nos recite algún poema de Pessoa… Pero la propuesta no es la de navegar por la obra, sino por la vida, y esto realmente se ha conseguido con creces.

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