Vivimos el día a día de manera frenética, de prisa y olvidando, muchas veces, contemplar y apreciar aquello que le da sentido. Es fácil perderse en la vorágine de pensar siempre en el futuro y no estar en el presente. A veces, simplemente es necesario parar y mirar alrededor.
Nostromo Live adapta al catalán uno de los musicales de gran formato que ha triunfado internacionalmente, que, a su vez adaptaba la comedia romántica El día de la marmota, un fenómeno cinéfilo de los años 90 que dirigió el gran Harold Ramis (Cazafantasmas, Una terapia peligrosa). Phil Connors es un meteorólogo narcisista que queda condenado a revivir el mismo día una y otra vez en un pueblo de Pensilvania donde una marmota determina cada 2 de febrero si le queda mucho al invierno (al frío) para irse y dar paso a la primavera.
Enric Cambray dirige espléndidamente un reparto espectacular, que interpreta de manera precisa e impecable sus papeles. La entrega en sus apariciones y dando el do de pecho en cada canción es una maravilla. Manu Guix dirige musicalmente esta producción, que con los arreglos y la ejecución magnífica crean una obra redonda y espectacular. Lástima que, en algunos momentos, especialmente en el inicio de la obra, el desajuste del sonido hace que la música pise las voces de los intérpretes y cueste entender aquello que se canta. Esta falta de balance técnico al inicio -y algún momento puntual más- distrae a la espectadora de la historia.
Roc Bernadí lleva al escenario un Phil Connors neurótico, egocéntrico y muy divertido. Llena cada escena con una presencia absoluta, cogiendo el timón y dominando el texto y, sobre todo, los temas musicales, algunos de los cuales bien difíciles de cuadrar en tempo en la adaptación a un idioma que no es el original. A su lado, Diana Roig es la productora de la cadena de televisión, Rita. Una química especial entre los dos intérpretes hace verídica cada interacción y, a medida que avanza el relato, la espectadora va cayendo rendida a sus encantos. Roig es una fuerza de la naturaleza, que domina el personaje y lo lleva a donde quiere, haciendo disfrutar le público durante el trayecto.
Todo el reparto es una delicia y se nota que hay un trabajo detrás increíble para dar vida a un texto divertido y fresco, que anima a todo el público que se deja llevar por la alegría.
Salir cantando de un musical es la señal inequívoca que se ha hecho bien el trabajo. Como dice la canción… Si pudiera rebobinar, volvería a verla.