Una actriz a seguir

Ya he dicho en ocasiones que hay textos para leer y otros para ver en el teatro. A pesar de que estoy de acuerdo en que se teatralizar todo, es justo decir que hay lenguajes que forman parte de la página escrita. Una frase de cuatro líneas, con no sé cuántas subordinadas dentro, tendrá siempre poca efectividad sobre un escenario. Aún así, la actriz Anna Sabaté -magnífica actriz, por cierto- consigue con su naturalidad y su magnetismo que nos olvidemos en muchas ocasiones de las palabras escritas por Virginia Woolf. En un acto de vampirismo teatral -parecido incluid-, Sabaté se mete en la piel de esta autora británica de ideas avanzadas, carácter tortuoso y prosa penetrante. El montaje se fundamenta en su trabajo, y durante casi una hora y media la actriz defiende a solas algunos fragmentos literarios que van encadenándose hasta formar un todo unitario. El espectáculo resulta largo, y no siempre consigue mantener la atención del público en todos los fragmentos, pero si lo comparamos con iniciativas similares podríamos decir que sale muy airosa.

Por último, sólo decir que la obra se incluye dentro del ciclo Atrium Lab, que tiene como objetivo «dar un espacio y continuidad a creadores que no tienen un lugar de exhibición claro debido a su alejamiento respecto a las tendencias clásicas del mercado». Esto si que me ha sorprendido… Ya sé que no es una obra para ver en el Borràs o en el Club Capitol, pero creo que tiene un mercado claro y que no corre ningún riesgo experimental. Ni lo pretende, ni lo necesita.