Musical multipremiado, éxito primero en el off Broadway (salvando las distancias, un poco como aquí, del Gaudí dio el salto al Victoria). Libreto interesante, no rabiosamente actual (se basa en texto del s. XIX), que no quiere decir anacrónico, buena música rock en directo que también da cabida a piezas íntimas, un himno (Bla, Bla, Bla!), mucho talento y la pasión de todos los involucrados que llega a la platea.
En un documental extrañísimo (Mommy dead and dearest) se decía que por mucha sobreprotección / ocultación / represión, la sexualidad adolescente siempre se abre paso y rompe todas las barreras que se le hayan puesto. Y de eso trata, entre otros, esta obra. el descubrimiento del sexo, sus misterios y el muro de silencio que lo rodea. Cierto que hoy en día no hay ese desconocimiento, pero hay más temas: la rebeldía, la represión, el difícil tránsito de la adolescencia, el suicidio juvenil sigue siendo una plaga, hay embarazos adolescentes no deseados, la violencia doméstica sigue presente … El despertar no es fácil. Hay drama y tragedia que se reconduce de forma que sales lleno de energía, sabiendo que las flores brotarán aunque querrían más sol.
El joven reparto, muy preparado, da vida a personajes con caracteres bien diferenciados pero sin estereotipos, intensos como lo son aquellos años. Destacan, además de los números corales, los protagonistas masculinos, Víctor Gómez (Dies Normals) y Eloi Gómez (Generació de merda) y el eficaz contrapunto de los adultos Mingo Ràfols y Rosa Vila / Roser Batalla.
No necesita casi escenografía ni grandes efectos gracias a una iluminación impecable y, ahora sí, sonido de calidad y, especialmente, el trabajo coreográfico y de movimiento excelente de Ariadna Peya (Maremar). Y un gran detalle que puede pasar desapercibido, que no sólo los protagonistas de cada escena estén interpretando sino que todos los que están en el escenario actúan, con pequeños detalles, movimientos…, que acaban siendo la base de la credibilidad.
En RESUMEN: un interesante musical, que ayuda a vivir como propios los miedos y ganas de los jóvenes de abrirse a un mundo que ya están viviendo y sin ayuda de nadie, con mucha calidad interpretativa, de música, de canto, coreográfica … lleno de ilusión y fe en lo que hacen.