El Despertar de la Primavera me ha sorprendido gratamente. Sin grandilocuencia ni grandes pretensiones, el musical consigue, gracias al talento de todo el equipo y a una muy buena ejecución de esta obra del Off-Broadway, conservar un buen ritmo durante las más de 2 horas que dura, enganchando al público de principio a fin.
Sus jóvenes actores y sus músicos nos demuestran que no se necesitan grandes escenografías, pelucas por un tubo o millones de luces para que un musical funcione: la escenografía es escueta, aunque está muy bien utilizada; el vestuario es simple, pero da buen resultado; las actuaciones de los jóvenes actores y actrices son muy buenas; además realizan las coreografías con mucho ritmo y poética; y a nivel vocal todos se lucen bastante. Respecto a la música, la partitura pop-rock engancha, desde los temas más líricos, hasta los más cañeros, que se atan a los momentos de más rebeldía de unos adolescentes que viven sometidos a tal rectitud, que todo acaba saltando por los aires.
Un musical en definitiva de pequeño formato, -o más bien de bajo presupuesto-; que se adapta bastante bien a las limitaciones de una sala pequeña como la del Teatre Gaudí, aprovechando bien el espacio a cuatro bandas. Y, personalmente, creo que el espacio les favorece, que este musical se disfruta mucho de cerca, por los momentos tan íntimos que relata, y porque, como público, las relaciones entre los personajes se viven más intensamente desde cerca.