La fantástica nueva propuesta del dramaturgo argentino Nelson Valente me ha hecho recordar la maravillosa El loco y la camisa que pudimos ver hace unos años, pero también de otras comedias como El Nombre, Un Dios Salvaje, Caídos del Cielo … Creo que los argentinos y los franceses (y también catalanes como Jordi Galcerán, Sergi Belbel o Jordi Casanovas) tienen un especial don para crear comedias costumbristas, de tresillo, donde plantean una situación casera, rutinaria, que acaba saltando por los aires dejando al descubierto la cara oculta y perversa de la «buena sociedad».
Si bien los franceses retratan más clases medias y acomodadas, los argentinos tienen una gran capacidad para mostrar las miserias de las clases trabajadoras, estratos de la población popular y con unas historias a menudo ignoradas en los escenarios. Y eso es lo que ha hecho Valente: ha puesto el dedo en la llaga de una generación de adultos que ha vivido una vida que le ha venido predeterminada y ahora entra en la vejez… Y debe tomar decisiones. Valente afronta el tema con ingenio, ternura y buenas dosis de mala leche.
Los cuatro protagonistas encaran los últimos años de su vida con una pesada mochila emocional que les hará plantear temas como el amor en la senectud, el derecho a ser feliz a toda costa, la vocación profesional o la gestión de las frustraciones personales. Las interpretaciones de Enrique Amido, Cristina Pachi Molloy, Carlos Rosas, Lide Uranga son excelentes: divierten y emocionan a partes iguales.
Te invito a que no te pierdas este fantástico espectáculo y aplaudo el riesgo de las productoras catalanas, que cada vez más apuestan por importar el mejor talento argentino a nuestros escenarios.