Que en España las grandes historias, y la vida se construye en los bares, no es del todo nuevo. Que allá dónde vaya un español este mismo modelo se repite, si es algo más irreverente. La nueva obra de Alfredo Sanzol, su primer trabajo como director del Centro Dramático Nacional, se cuelga de esta premisa para contarnos con un escenario, –diseñado por el genio Alejandro Andújar–, que rueda y se reformula constantemente en distintos bares, la historia de Jorge Arizmendi, interpretado por un mayúsculo Francesco Carril, un hombre en sus treintena, en la década de los sesenta, que decide abandonar los hábitos para encontrar su verdadera vocación y rendirse a su propósito. Primero con un viaje por los Estados Unidos de la época, después por Madrid, Dinamarca o Roma, todo pasa por los bares, por esos entornos, tierra de nadie, en los que una copa de vino o un brindis puede mostrarte la siguiente estación de tu recorrido. El elenco lo completan otros ocho actores que, a lo largo de las más de tres horas de representación, van encarnando distintos personajes que acompañan y arropan a Jorge en esta dinámica, valiente y asombrosa transformación vital. Qué gusto de obra. Qué talento Sanzol. Qué bien disfrutar una vez más de una tarde de domingo en el Teatro Valle Inclán.
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