Oriol Broggi firma la nueva puesta en escena de uno de los clásicos de la Grecia clásica, Èdip. Su propuesta incluye un par de añadidos de texto, una entradilla de Borges y una especie de epílogo de Mouawad, que, desgraciadamente, solo contribuyen a reiterar las ideas que el texto original ya transmite por sí mismo.
Por otra parte el exceso de estatismo de los actores en escena y el ritmo desconcertantemente lento de los parlamentos hace que cueste demasiado conectar con la tragedia que tiene lugar sobre el escenario y nos sitúa en una posición demasiado intelectual como espectadores.
Julio Manrique hace lo que todo el mundo espera de él como protagonista, pero hay un par de actores que no hay que perder de vista: Marc Rius y Clara de Ramon.