El tema de la falsa identidad o de la suplantación siempre me han parecido temas muy interesantes, en cualquiera de sus variantes. Leyendo la sinopsis pensé que esta obra me daría un buen retrato psicológico y una explicación contundente a la historia de Romain Gary, un escritor francés que se reinventó a base de escribir bajo varios pseudónimos. Dibbuk se centra en la figura de Émile Ajar, el alter ego de Gary que más éxito tuvo y que más dolores de cabeza le dio, porque el éxito inesperado hizo que en un determinado momento fuera necesario ponerle cara. Jan Vilanova ha optado por dar muchas explicaciones desde el texto -con una buena cantidad de vídeos que lo corroboran-, pero se ha olvidado de la emoción y del conflicto principal, diluido entre las relaciones con la madre, la ex mujer y el editor. No sé si todo el problema viene del texto, pero no me explico como una trama tan interesante me ha hecho perder el interés tan deprisa. Reconozco que hay un diseño escenográfico muy pensado, un esforzado trabajo de dirección y unas interpretaciones que brillan a ratos, pero ya no tengo tan claro que todo el esfuerzo empleado haya sido el más adecuado para explicar esta historia.
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