Se abre el telón, y con él se abre la cajita de música que es el primer acto: la escenografía y la luz crean la atmósfera delicada y clara que acompaña el retoño protagonista. Nora Navas y las muchachas son muñecas que giran y cantan en medio. La historia avanza, de fruta madura a flor marchita, a través de una puesta en escena metafórica del interior de los personajes y los versos de un Lorca genial. La actuación de la criada levanta el interés y aporta frescura, manteniendo el ritmo.
Quizás es una versión algo edulcorada, pero tiene un estilo propio y lo defiende muy bien. Aunque la temática parezca alejada hoy en día, nos recuerda que, a menudo, las brujas que nos hacen la puñeta son invisibles y viven dentro de nosotros.
Una cajita de música
Doña Rosita la Soltera o el lenguaje de las flores
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27/03/2014
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