Xavier Albertí parte de la biografía de Gómez de la Serna sobre Valle-Inclán para retratar en un magnífico monólogo musical al que fue uno de los mayores renovadores de la literatura y el teatro español.
Se trata de un homenaje a la vida del autor y una oda al gran placer de la palabra. A través de anécdotas que combinan lo privado con lo público, pone en valor su singular y poética visión sobre la vida en general y sobre la sociedad española en particular. Una sociedad llena de contradicciones que solo se pueden explicar a través de la deformación. “Como si los héroes clásicos se mirasen en los espejos cóncavos del callejón del gato”.
Esta obra puede ser disfrutada tanto por literatos aficionados al autor como por amantes del teatro en general. Sobre el escenario, Pedro Casablanc se gana al público desde el primer momento y el piano de Mario Molina lo acompaña en una preciosa simbiosis entre texto y música, transitando entre sonatas de Beethoven, zarzuelas y cuplés.
La música, la palabra y la acertada iluminación de Juan Gómez-Cornejo son los tres elementos de una puesta en escena sencilla que nos demuestra el indiscutible poder de un excelente monólogo bien ejecutado. El texto es soberbio de principio a fin. Lleno de ingenio, humor y teatro, esta adaptación invoca en escena palabras del retratado y del retratista al mismo tiempo. Ramón de Valle-Inclán y Ramón Gómez de la Serna, dos de las figuras más relevantes de las vanguardias españolas del siglo XX.
Es verdad que la propuesta es más elegante que esperpéntica, más complaciente que radical, más de salón burgués que de taberna popular, más formada que deformada… Quizás estén mejor invocadas las palabras de los autores que sus espíritus, pero tal es el placer que generan estas palabras, que ningún amante de la literatura y el teatro debería perdérselas.