La tradición del teatro popular en Barcelona es muy antigua, y muy exitosa. Desde los numerosos teatros de revista del Paralelo -cuando el Paralelo era una arteria de ocio de primer orden- hasta los vodevils o los cómicos de gran carisma, el teatro popular ha arrastrado a miles de espectadores durante años y años. Ha habido épocas en que este tipo de teatro ha caído en desgracia, pero siempre hay un espacio en la ciudad donde poder disfrutarlo. Dentro de esta tradición, Joan Pera y Lloll Bertran se han unido para homenajear, secretamente, a los que yo creo que son su fuente de inspiración, es decir, Joan Capri y Mary Santpere. Y de aquí sale este Tenorio, primero «a palo seco” y ahora en versión musical, a pesar de que por musical tenemos que entender que se añaden un par de temas instrumentales de Deparamo y cuatro o cinco canciones que a la Lloll le ha apetecido cantar.
Este Tenorio, pero, es el Tenorio del Pera. Su comicidad y la efectiva composición del catalán hipocondríaco y pocapena convencen al público en todo momento. Bien es verdad que podría prescindir de acompañantes, de canciones e incluso de los decorados de papel rescatados de los míticos almacenes de los Hermanos Salvador. Joan Pera convence por si mismo y tira de tópicos, de viejos recursos, de la herencia de los maestros… No se trata de una obra novedosa, ni lo pretende. No estamos ante ningún ingenio cómico, sino más bien ante unas fórmulas que funcionan y de un tipo de teatro que a pesar de vivir de nostalgia todavía tiene su público.