Los Titzina tienen una forma de hacer teatro singular y con mucha personalidad, haciendo disfrutar al espectador a través de propuestas originales y, al mismo tiempo, muy diferentes a lo que estamos acostumbrados a ver. En esta ocasión, nos presentan una obra que ya lleva corriendo por todo el mundo desde hace casi dos años, la cual habla sobre la comunicación interpersonal o, más bien, sobre la incomunicación que reina en nuestra sociedad, donde cada persona parece encontrarse encerrada en sus propios problemas y en su forma de hacer las cosas, siendo incapaces de mantener un diálogo con el que tenemos a nuestro lado. Así, a través de una relación paterno-filial, nos plantean muchos temas como la muerte, la felicidad o las relaciones familiares, por ejemplo, a la vez que aprovecha la profesión del protagonista para tratar temas como la justicia, los valores y el funcionamiento de la sociedad. Por tanto, nos proponen reflexionar sobre una gran variedad de temas, lo cual se hace mediante una fusión equilibrada de drama y comedia, funcionando ambas a la perfección y sin presentar altibajos.
Hay que decir que la propia compañía se encarga tanto de la dramaturgia como de la dirección y la interpretación, llevando la obra a buen puerto a través de las tres vertientes. En este sentido, nos encontramos con una propuesta dinámica, gracias a constantes cambios de escenas, personajes y elementos escenográficos, los cuales juegan un papel muy importante a la hora de armar la estructura de la obra y que son muy bien llevados gracias a la versatilidad que demuestran en todo momento los dos actores. Por tanto, estos jugarán con los cambios, el movimiento y la velocidad, todo denotando la rapidez con la que se mueve este mundo global lleno de conductas estructuradas y de sentimientos camuflados que nos alejan unos de otros. Todo ello, reflejado en una atmósfera sugerente que la compañía ha sabido crear a través de la iluminación y de un espacio minimalista, en el que los elementos escenográficos se aprovechan y se mueven constantemente, generando diferentes espacios.
Sin duda, se trata de una propuesta muy interesante y atractiva, apta para todo tipo de públicos, pudiéndose disfrutar tanto a través de la reflexión y de su presentación cuidadosa, como desde el divertimento y la agilidad narrativa. Además, encontramos un tipo de humor tremendamente realista que, a pesar de hacernos reír de forma inteligente, esconde un trasfondo dramático, el cual estará presente también a lo largo de toda la obra y que resulta ser uno de sus grandes aciertos .