Desaparellats es una propuesta teatral que parte de una premisa aparentemente sencilla para desplegar una rica y matizada reflexión sobre la vida en pareja, el paso del tiempo y las decisiones que configuran la identidad personal. La obra, escrita por Ramon Pardina, demuestra una gran habilidad para combinar el humor con la introspección, construyendo un texto ágil, lleno de giros inesperados, pero también profundamente conectado con experiencias humanas reconocibles.
En esta pieza se pueden identificar rasgos ya presentes en su trayectoria como guionista televisivo, especialmente en su capacidad para crear situaciones cotidianas cargadas de ironía y diálogos vivos, pero aquí adaptados con acierto al lenguaje y tempo del teatro. Pardina utiliza la fantasía no como un elemento evasión, sino como una herramienta dramatúrgica que permite poner en crisis lo cotidiano y explorar lo que se esconde bajo la rutina emocional. Este recurso, que podría resultar anecdótico, es central para cuestionar las relaciones establecidas y las expectativas no cumplidas, mostrando una madurez notable en la construcción del conflicto y de los personajes.
La dirección de Roc Esquius contribuye decisivamente a la eficacia del montaje. Esquius, que ya ha demostrado en anteriores trabajos una predilección por las estructuras narrativas claras y los universos ligeramente desplazados de la realidad, consolida aquí una mirada escénica precisa y funcional. Su experiencia en comedias con elementos fantásticos o de juego metateatral se refleja en una puesta en escena que facilita la comprensión del relato y potencia el trabajo interpretativo, sin necesidad de grandes artificios. El director opta por un ritmo sostenido y una escenografía al servicio del texto, consiguiendo que los saltos entre realidades no interrumpan la fluidez dramática. Superados los primeros minutos, desconcertantes por su falta de ritmo, el equilibrio entre el tono humorístico y los momentos de mayor densidad emocional se transforman en uno de los puntos fuertes de su dirección, evitando tanto el exceso de ligereza como el dramatismo forzado.
Los protagonistas, Esther López y Ricard Farré, sostienen la obra con interpretaciones sólidas y llenas de matices. Ella construye un personaje rico y contradictorio, cuya presencia escénica combina fragilidad y determinación, y que recuerda su solvencia en montajes colectivos anteriores donde el trabajo coral y la precisión interpretativa eran esenciales. Él, por su parte, muestra una gran versatilidad, dominando con eficacia tanto el registro cómico como los momentos más introspectivos, aportando una humanidad creíble a su personaje. La química entre ambos es fundamental para que el conflicto de pareja funcione y permite que el espectador se identifique con situaciones que, pese a tener un componente fantástico, remiten directamente a vivencias cotidianas. Esta complicidad interpretativa es clave para dar verosimilitud al juego de espejos que plantea la obra.
En conjunto, Desaparellats se presenta como un montaje inteligente y equilibrado, que sintetiza la experiencia previa de su autor y director en un lenguaje escénico maduro y accesible. Gracias a un texto bien articulado, una dirección clara y unas interpretaciones convincentes, la obra trasciende la comedia de situación y ofrece una mirada honesta y contemporánea sobre las relaciones humanas y las múltiples vidas que, tal vez, no lleguemos a vivir.
