Barbarie y sin sentido, dos conceptos que pueden definir cualquier guerra. Conflictos armados provocados y decididos por personas que no tienen nada que perder y padecidos por civiles y población vulnerable. Las víctimas reales, aquellas olvidadas por la sociedad son las que soportan durante semanas, meses y años bombardeos, tiros, sitios, hambre, miedo, tristeza y soledad. Y nada puede explicar permitir que vivan eso.
Marie Colvin fue una corresponsal de guerra que cubrió numerosos conflictos armados en Oriente Medio, Balcanes, Chechenia, Timor Oriental, Sierra Leone, Zimbabue o Sri Lanka des de los años 80. En esta obra, Laura Aubert se poden en su piel para explicar al público su historia, como se convirtió en corresponsal y cuán fue su motivación durante toda su labor como periodista.
Aubert con su interpretación nos trasmite la pasión de Colvin por su trabajo, la necesidad que tenía de explicar los conflictos de primera mano, hablando con aquellos que sufrían las consecuencias y dedicándole el tiempo necesario a cada conversación, a cada entrevista. Empieza con un sentimiento de impotencia que se traslada inmediatamente al público, para después retroceder en el tiempo y poner orden a los recuerdos y su vida.
Texto punzante y con muchos datos que quizás en algunos momentos se encuentra demasiado cargado de información para que los oyentes puedan asumir cada guerra, cada segmento de la historia que se narra. Al mismo tiempo, este cúmulo de historias explicada en ráfaga muestran la tensión, la barbarie y el horror que destila cada conflicto, sea en el lugar que sea.
Un montaje simple ayuda a potenciar el relato y la fuerza de las palabras de Colvin a través de la voz de Aubert, de sus gesticulaciones y de su mirada, siempre marcada por el mido, la pena y la indignación.
Se sale del teatro con impotencia, con ganas de cambiar las cosas y hablar más de estas guerras injustificadas, también con admiración hacia aquellas y aquellos que se juegan la vida por explicar la realidad de lugares a los cuales solo nos podemos acercar gracias a un texto en un diario o una crónica de radio o TV. Lo más triste, pero, es saber que toda esta relación de conflictos que se ha escuchado en la última hora en el teatro es una pequeña muestra de lo que ha pasado en el mundo y que, desgraciadamente, no serán los últimos.