La compañía Dei Furbi, bajo la dirección de Gemma Beltran, continúa la búsqueda de un lenguaje escénico para acercar el mundo de la ópera al gran público y solo por eso merece nuestro apoyo en esta tarea, nada fácil. El trabajo físico y vocal de sus cinco intérpretes, es sin ninguna duda… brutal, y solo ver su vitalidad de entradas, salidas, cambio acelerado de personajes y de vestuarios, dejan al espectador boquiabierto y extenuado, aunque éste no se mueva ni de la silla.
Desgraciadamente lo que menos me gustó fue el espectáculo en sí. El resto de mi crónica aquí.