Segunda parte de la trilogía Tot pels diners, proyecto donde diferentes autores y directores comparten tema y un personaje (el peculiar Dylan que interpreta Manel Sans), se centra, en este caso, en el barrio barcelonés de Poble Sec. El espectáculo trata de hacer un retrato de la fauna marginal de la ciudad a través de temas como la pobreza, la prostitución, las drogas, la decadencia vital o la búsqueda de la dignidad. Escrita y dirigida por Iván Morales, la propuesta consigue momentos de mucha ternura y situaciones interesantes, especialmente, aquellas donde Anna Azcona tiene la oportunidad de lucirse. El montaje, ciertamente, vale la pena por ver el trabajo interpretativo de esta excelente actriz que, pocas veces, encontramos en papeles tan destacables. La historia, sin embargo, resulta irregular. Por momentos, parece ser una especie de recopilación de buenas ideas que no acaban de encontrar la conexión que las une de una forma natural. Esta inestabilidad narrativa provoca que algunos fragmentos se hagan más aburridos que otros y que el texto pierda su fuerza e interés de forma intermitente. Además, la metateatralidad a la que se juega no funciona del todo, básicamente, porque no parece tener relación con aquello que se nos explica. En cualquier caso, su apuesta por un costumbrismo underground catalán genera las escenas y diálogos más valiosos; en cambio, las intrigas criminales, desgraciadamente, son un poco demasiado confusas y, por lo tanto, desequilibran el conjunto, como los números musicales: muy animados pero también bastante gratuitos.
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