Los grandes monólogos teatrales suelen ser pequeñas delicias que te arropan creando un diálogo muy cercano. Cinco horas con Mario es un ejemplo perfecto tanto por el impecable trabajo de dirección de Josefina Molina como por la delicadeza y la solvencia con la que Lola Herrera se sienta al lado de Mario y nos explica mucho más que sus intimidades.
Este conocido texto literario ha recorrido en su versión de puesta en escena más de cuarenta años, y poder tener la oportunidad de verlo es una gran fortuna para los jóvenes. Este texto permite adentrarse de forma cotidiana en el día a día de un tiempo que no es tan lejano como parece.
La escenografía, prácticamente innecesaria permite poner todo el foco en el dominio que tiene Lola Herrera del escenario llegando a conseguir que sea el espectador el que sienta que está sentado en una de esas sillas de la estancia.
Cinco horas con Mario es una charla divertida, que tiene un fondo psicológico muy interesante mostrando el egoísmo más inocente que todos llevamos dentro y podemos llegar a mostrar incluso en los momentos menos esperados.