Seis bailarines profesionales y unos cuarenta de no profesionales afrontan este espectáculo de danza del argentino Sebastián García Ferro. El punto en común entre todos ellos es tener más de 45 años, aspecto que sirve de excusa y motor para un montaje que nos habla del paso del tiempo y de los golpes que hay que ir esquivando para llegar donde estás, metáfora que se explica muy bien con las pelotas de tenis. También da pie a reflexionar sobre unas generaciones que progresivamente son apartadas del foco central… Unas generaciones que, a pesar de venir de una época más tradicional, se ven obligadas a convivir en una sociedad donde impera la tecnología y la comunicación virtual. Colectividad en frente del individualismo más feroz.
El espectáculo, de ritmo en general pausado, se ve punteado por varios golpes de efecto. En este sentido, destacan el supuesto baile en la discoteca, la aparición del bailarín sin rostro o las partes habladas, ejemplos muy buenos de incomunicación o de las contradicciones de la vida actual. Y es que estamos en una época en la que somos más conscientes que nunca del paso del tiempo y nos rebelamos también como nunca a llegar a una segunda o a una tercera edad, al menos tal y cómo se vivían antes. Sabemos muy bien que la esperanza de vida no hace más que aumentar, pero esto nos llena de incertidumbres más que de ilusiones. Por lo tanto, si queréis darle vueltas al tema… este espectáculo y todo lo que se dice en el interesante programa de mano os pueden ayudar a hacerlo.
Por cierto, hay que decir que los bailarines no profesionales surgieron de siete talleres simultáneos de danza contemporánea que se impartieron en Girona, Olot, Sant Boi de Llobregat, Mataró y Barcelona. El espectáculo se podrá ver en todas estas ciudades y volverá al Mercat hacia finales de julio.