Después de más de 20 años de su estreno en Broadway, resulta sorprendente cómo el legado y la influencia de Rent en muchos de los musicales posteriores todavía perdura. Casi normales es un buen ejemplo de esta tendencia que, del mismo modo que el espectáculo de Jonathan Larson, usa la música rock para acercarnos a temas sociales muy presentes en nuestro entorno pero no demasiado cómodos de afrontar. Valiente y con una fuerza admirable, la propuesta de Brian Yorkey y Tom Kitt, en este caso, aborda aspectos tan dramáticos como las enfermedades mentales, la adicción a los medicamentos o la pérdida de un ser querido. La versión protagonizada por Nina, que hace una notable interpretación vocal, no destaca precisamente por su espectacularidad pero, en cambio, consigue, en varios momentos, conmover a los espectadores. Un reparto bien escogido y el uso de una escenografía sencilla pero muy efectiva, entre otros factores, hacen del conjunto un montaje dinámico, interesante y enérgico. Sin embargo, también es cierto que cae en algunas reiteraciones y, narrativamente, a veces avanza un poco demasiado despacio, deteniéndose en estados emocionales de los personajes que ya conocemos. En cualquier caso, se trata de una obra entregada para hacer disfrutar al público aficionado al género que, con seguridad, saldrá satisfecho en términos generales.
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