Màtria es un espectáculo que mezcla el teatro-documental con el testimonial y el experimental. Un híbrido que dice mucho de su creadora, Carla Rovira, una actriz, autora y directora que ya fue responsable de Aüc, con la compañía Les Impuxibles. Desde un buen comienzo sabemos que todo es fruto de una investigación particular que llevó a la autora hasta su antepasado Enrique Isart Alonso, fusilado en la Guerra Civil por el bando franquista. Las cartas, las fotografías y los documentos del juicio se acaban mezclando con testigos reales, como el de la madre de Rovira. Un momento en que se rompe el hilo narrativo -como en tantas otras ocasiones en este montaje- para avanzar hacia un objetivo final: pasar cuentas con un Estado que ha olvidado demasiado fácilmente. Pero de camino, como pasa en este tipo de teatro, un tema lleva a otro… y finalmente el papel de la mujer acaba haciéndose relevante en toda la historia. La importancia de la madre, en todas las generaciones de la familia e incluso a un nivel más global, acaba siendo otro de los grandes temas. En este sentido, el hecho que la Virgen sea un personaje más no es nada casual, sobre todo cuando se habla de perder a un hijo y uno de los personajes le espeta: «que te voy a contar a ti.» Es decir, un montón de ideas que puedes compartir en su totalidad o solo en parte, pero que sacuden y no dejan a nadie indiferente. Màtria es más que teatro, y Rovira lo sabe muy bien.
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