Hay grupos que saben fusionar muy bien música y teatro, sin la necesidad de hacer musicales al uso. Son grupos que crean espectáculos a caballo entre el concierto, el recital y la performance. La copla de Wisconsin es uno de ellos, igual que lo fueran en su momento Las Divinas o incluso Le Croupier con su Esperança Dinamita. A La Copla los conocimos con el inolvidable There was a fiesta! y continuaron más tarde con El mal del jazz. Ahora cambian el ritmo y se vuelcan con la música de los ochenta para reivindicar un determinado tipo de canciones, pero no las de La Movida o la contracultura sino las de artistas como Rocío Jurado, Mari Trini o María Jiménez. Y es que estas tres cantantes, para poner solo un ejemplo, reivindicaban en las letras de sus temas una mujer libre, sexualmente liberada y avanzada a su tiempo, sobre todo si tenemos en cuenta que estaban encorsetadas dentro del género de la copla o de la canción melódica.
El espectáculo empieza con una divertida comparación entre canciones de Alaska y Rocío Jurado, para pasar después a establecer un tipo de conferencia o clase magistral sobre el tema. El estudio, a base de citas y referencias a libros tan interesantes como ¡Ay, campaneras!, va desgranando una teoría que nos lleva a pensar en algunas folclóricas de los setenta y ochenta como mujeres que ya exhibían –quizás sin saberlo del todo- una vena feminista y reivindicativa. Es cierto que el discurso es un poco reiterativo, que se dirige hacia donde más le conviene al grupo, y que no está exento de algunas contradicciones, pero está claro que la época de la transición era contradictoria por definición y no todo podía ser de un solo color.
Las incursiones musicales, que son muchas, recorren el repertorio de las artistas citadas –y alguna invitada más- a pesar de que es la Jurado la que se lleva más temas. Cantar a “la más grande” no es cualquier cosa, pero podríamos decir en este sentido que Cinta Moreno se sale bastante bien y lo lleva a su terreno. Salvador S. Sánchez defiende temas quizás menos comprometidos y Joel Moreno acompaña a los cantantes con la guitarra, que supone una instrumentación un poco pobre para estos temas. Pero sea como sea, el espectáculo resulta simpático y funciona. Quizás demasiado largo por mi gusto, pero funciona.