Un juego teatral entre intérpretes y público aprovechando a Ionesco

Cadires

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Cadires → Espai Texas
09/04/2024 - Espai Texas

Albert Arribas es el dramaturgo y director de Cadires (Les chaises), una pieza de teatro del escritor francés de origen rumano, Eugène Ionesco, que junto a Beckett son los máximos exponentes del teatro del absurdo. Fue escrita en 1952 y se estrenó en París con no mucho éxito un año antes que la conocida Esperando a Godot. Europa salía de dos guerras mundiales con millones de muertes, de un momento en el que la cultura y las artes son un reflejo del absurdo de la existencia humana.

Oriol Genís nos encandiló hace 4 años con el magnífico monólogo de Tarantino, Vespres de la Beata Verge y ya hace dos que el teatro Goya se puso de pie para celebrar la obra de Ionesco, Cadires, que junto con la muy reconocida y querida por el público catalán, Mont Plans nos demostraron que su capacidad actoral ha mejorado con los años. Mont, etiquetada durante mucho tiempo de actriz cómica, entra de lleno en una obra para reflexionar sobre la vejez y el paso del tiempo. Es una obra para dos actores de muy difícil interpretación por la gran cantidad de personajes que van apareciendo pero que ellos resuelven con profesionalidad y elegancia. Vuelve ahora al espacio Texas para aquellos que no pudieron disfrutarla.

Una pareja de ancianos en lo alto de una torre van preparando unas sillas imaginarias esperando al orador que tendrá que dar sentido a su existencia desafiando toda lógica, inventando y retorciendo la realidad, creando una esperanza y unas figuras imaginarias entre las que hay un emperador. Con los personajes invisibles que aparecen, salen los deseos insatisfechos, las voluntades frustradas, las pérdidas, los lutos, las culpas y los remordimientos. Esperan al orador quien, como Godot, debe liberarlos de la realidad de la vida cotidiana.

El teatro del absurdo debe escucharse palabra a palabra, frase a frase sin buscar una historia sino un pensamiento aislado, un sentimiento que se descubre a medida que se va escuchando. Los personajes se confunden, aparecen símiles irreales. Detrás de un lenguaje aparentemente sin sentido, encontramos la dignidad de la persona, la espera de la nada, la ilusión del suceso próximo, el sufrimiento de vivir, la adulación a la figura del poder (el emperador ) y la necesidad de ser visto y escuchado por él.

De todo ello, Oriol Genís y Mont Plans hacen una adaptación muy personal en la que explican las intimidades de la creación de esta pieza, sus vivencias y frustraciones, mezclan realidad y ficción teatral y se adentran en las dificultades de la profesión alejándose de Ionesco y del teatro del absurdo.

Como en el buen teatro del absurdo, siempre se espera algo, a alguien que debe llegar porque es importante para todos. Es la esperanza perdida que estas dos viejas glorias del teatro nos han hecho reencontrar

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