Obediencia ciega

Bros

Bros
25/07/2022

Castellucci es un autor que antes de entrar al teatro ya te condiciona y sugestiona, con advertencias y pequeños mensajes que te hacen encarar la función desde otro punto de vista. Recuerdo que antes de ver Sobre el concepto de rostro… advertía sobre el olor a excrementos que podía molestar a los espectadores, y aquí nos recomienda coger unos tapones para las orejas puesto que dice que el sonido del espectáculo puede ocasionar lesiones graves. Un poco de razón hay -los asientos de las primeras filas vibraban por efecto del sonido- pero lo que está claro es que toda esta liturgia forma parte del espectáculo. De hecho, entrar a un montaje de este director es librarse a una ceremonia que siempre tiene algo de místico, de entrega absoluta. De hecho, los referentes religiosos abundan en toda su producción.

Y como si fuera una comunidad religiosa, Bros nos presenta un grupo de policías que actúan y se comportan como un verdadero organismo. Es cierto que la obra habla de la autoridad, de la violencia infringida por un grupo que actúa con fe ciega, y que enseguida puede vincularse a la polémica sobre las violencias policiales. Pero creo que sería un error quedarnos solo aquí. Castellucci nos plantea el hecho de la obediencia a un órgano superior, sin cuestionar ni rebatir nada, y ya sabemos que esto se puede aplicar a muchos aspectos de la sociedad actual.

Por otro lado, la estética del creador italiano es siempre grandilocuente y grandiosa. Opta por un escenario negro y prácticamente desnudo, pero en el que no paran de entrar y salir elementos. Además, los efectos de luz y sonido son realmente hipnóticos. El espectáculo no da tregua, y los cuadros plásticos -a menudo violentos y estremecedores- son mostrados con una belleza pictórica que a ratos me recordaba la estética de Dimitris Papaioannou, también viste en otras ediciones del Grec. Realmente, Castellucci nunca deja indiferente. Esta vez, tampoco.

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