Curiosamente, se me había escapado esta obra las otras veces que ha pasado por Barcelona, que son unas cuantas, y cuando me enteré que iba a estar de nuevo en la ciudad, allá que fui. Por mucho que hayas leído y por mucho que te hayan dicho que Blanca Desvelada es una pieza imprescindible, siempre vas con el «miedo» a que no te guste tanto como esperas.
Pero no es el caso, esta obra no defrauda. Alejandra Jiménez-Cascón realiza ella sola un despliegue de personajes brutal, transaccionando de uno a otro magistralmente. No necesita a nadie más, se basta y se sobra para que, como espectadora, tengas la sensación de que la historia te la están contando entre varias actrices en escena. ¡Y vaya historia la que nos transmite! Llena de profundidad y emoción: ahonda mucho en los sentimientos (negativos y positivos) de todos los personajes, en una historia que te lleva por un viaje emocional variopinto, a la vez bonito y triste, gracioso y con puntos de conexión posiblemente con tu propia historia.
A nivel de escenografía, es sencilla a la par que muy simbólica, la actriz se sitúa en una ‘caja’, dentro de la que sucede todo. Ella quizás intenta escapar en momentos de tensión, estrés, y podemos sentir esa sensación de asfixia, lo juega muy bien.
Alejandra Jimenez-Cascón podrá hacer mil veces esta obra, y mil veces debería llenar cada actuación. Ya sea porque disfrutas de un ejercicio teatral excelente, porque te conmueven las historias contadas desde la verdad, porque te gusta descubrir pequeñas joyas que brillan o porque quieras encontrar tu propia razón para disfrutarla, no te puedes perder el montaje de Blanca Desvelada.