Gracias, sobre todo, a Tricicle, hace tiempo que nuestro público ha aprendido que el teatro de gesto tiene una vertiente popular muy comercial capaz de convertir la poética del teatro sin palabras en todo un espectáculo de entretenimiento puro. La compañía Neander, experta en el género, nos trae, bajo la dirección Kristján Ingimarsson, un show que mezcla un ambiente gris de oficina con las fantasías más estrafalarias de las películas de Hollywood. Blam! se inspira en cintas míticas de acción, aventuras, terror o ciencia ficción para adentrarnos en un universo donde los objetos cotidianos se transforman en armas, aparatos futuristas y robots. La propuesta es todo un despliegue de imaginación y originalidad. Los cuatro actores, con sus acrobacias y divertidos trompazos, demuestran una técnica corporal impecable y eso es lo que, principalmente, aporta la calidad al producto. Sin embargo, se echa de menos una historia más elaborada o un hilo conductor más trascendente que profundice en la triste realidad de los personajes de esta oficina. En cualquier caso, el montaje es, en el buen sentido, muy efectista, sorprende en varios momentos y va aumentando de intensidad hasta acabar en un clímax de gran impacto visual. Por todo esto, vale la pena la peripecia a pesar de que, básicamente, se trata de unos excelentes “fuegos artificiales”.
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