Verdades que dan rabia, condiciones que nos persiguen y la duda de si está todo hilado y bien tramado. Esta sería la conclusión después de ver esta propuesta de la compañía L’Ostra 28.
El escenario es este: una habitación de un hotel acoge una reunión de una sección del club Bilderberb. Es decir, que se reúnen algunas de las personas más poderosas del planeta para decidir cuál será el futuro del mundo en diferentes aspectos. No querría adelantaros en qué sección se encuentras nuestros protagonistas Jerry y Bob, porqué esta es parte de la gracia del inicio de esta trama. Durante esta reunión, tendrán que tomar una de las diez decisiones que les corresponden anualmente, pero no será un encuentro como el de los años anteriores, este tendrá sorpresa… o más bien, sorpresas. La primera, que Andrew, el tercer miembro de esta sección será substituido por su hermana Karol. Y aquí empieza todo.
Xavi Morató consigue en este texto, por un lado, afirmar algunas de las convicciones que tiene la sociedad sobre la necesidad de igualdad de oportunidades y la justicia social, pero, al mismo tiempo, nos pone delante un espejo que nos devuelve una imagen incómoda de nosotros.
Jerry y Rob encarnan a aquellos personajes multimillonarios que basan su vida en el dinero, sin que le importen las repercusiones de sus actos en los demás. De hecho, desprecian la vida que les es ajena. Pero aprovechan el momento para demostrarnos que todo el mundo tiene su parte egoísta y no tan solidaria como pensamos. Con pequeños detalles, algunas decisiones, que hacen que nuestro altruismo no sea tal. Daniel es un camarero que representa a aquellas personas que intentan, más que vivir, sobrevivir en un mundo lleno de incertidumbre, que ponen precio a su propia integridad por el miedo a un futuro nada fiable. Y está Karol, la activista y socialmente comprometida que ve tambalear los fundamentos de sus ideas y creencias después de un juego nada justo.
La puesta en escena es sobria, mínima y muy cuidada. Sumada a una composición precisa de sonido, música y luces, crea un ambiente óptimo para la narración que se quiere exponer. No falta ni sobra nada. Está todo dispuesto en su justa medida y, durante la representación, se hace un uso adecuado del espacio creado ayudando al espectador a adentrarse en la trama.
Morató consigue crear personajes con profundidad, que provocan empatía en algunos momentos y a quien odias en la mayoría de sus intervenciones. Todos los intérpretes, Joan Scufesis (Jerry), Núria Florensa (Karol), Adrià Escudero (Rob) y Morató (Daniel), suman a su diálogo, punzante e incisivo, un lenguaje corporal que hace que el público esté cada vez más inmerso en la trama, creando incluso incomodidades que te hacen apartar la mirada. Consiguen crear un ambiente de tensión y expectación total, que es resultado, sin duda, de un gran trabajo conjunto de texto e interpretación.
Una vez acaba la obra, te sientes culpable por haber reído en algunas escenas de la obra, molesta por algunas verdades que se han hecho evidentes sobre ti misma encima del escenario, y enfadada porqué te das cuenta que querrías ser mejor. Creo, que de eso se trataba.