El año pasado se presentó en el Teatre Onyric una nueva compañía de danza clásica, el Ballet de Barcelona, que venía para llenar un hueco que ha restado vacío por demasiado tiempo. La formación se presentaba con una plantilla de bailarines de todo el mundo, capitaneados por Carlos Renedo (exbailarín del Metropolitan Opera House) y Chase Johnsey (exintegrante de los Ballets del Trockadero de Montecarlo y del Engish National Ballet). Todo apuntaba a que, por fin, Barcelona tendría la compañía que muchos profesionales habían soñado… pero la pandemia de Covid se cruzó por el camino. Nada los ha parado, pero está claro que el confinamiento y la carencia de ensayos y actuaciones ha condicionado la vida de sus componentes. En este pequeño espectáculo, tres de ellos nos explican su experiencia y, de paso, nos demuestran que bailar no se olvida tan fácilmente…
La catalana Estela Coll, la italiana Giuliana Restivo y el argentino Aníbal Caballero nos hablan de lo que hacían antes del confinamiento del mes de marzo, de los sueños que tenían y de cómo afrontaron la soledad de aquel momento. También surgen los miedos, y especialmente el tema de las lesiones, una de las grandes bestias negras de todo bailarín. Todo esto se presenta con grabaciones y pequeñas filmaciones, que van punteando un espectáculo de danza breve, conciso, pero efectivo y emocionante. En el espectáculo se mezclan pequeños solos de tradición clásica, como por ejemplo El corsario o El Cascanueces, con otros de un tono más contemporáneo. Es aquí, precisamente, donde el espectáculo toma más sentido y la expresión de los bailarines acompaña el sentimiento que seguro han tenido en los últimos meses. Seguramente será una cata demasiado pequeña para algunos, pero creo que merece la pena ver que la ilusión y la calidad siguen aquí, esperando a que las cosas se normalicen y toda la compañía pueda volver a arrancar el vuelo.