La incomunicación posmoderna

Ball d'hivern

24/01/2014

El mundo de Internet y las nuevas posibilidades de comunicación no solamente han cambiado radicalmente nuestras vidas sino que, poco a poco, también nuestra manera de relacionarnos con la televisión, el cine y el teatro. Ball d’hivern de Jordi Pérez i Soldevila no es el primer espectáculo al integrar de alguna manera la interacción virtual con el público, pero, en cambio, sí resulta bastante original el hecho que uno de los personajes conteste y comente con los espectadores lo que le está pasando en escena. Esta manera de estar dentro y estar fuera al mismo tiempo es, por un lado, un reflejo del lugar donde se siente el público a veces y, de otra, el espacio social que ocupamos en el mundo actual, donde somos sujeto y comentario al mismo tiempo de todo aquello que nos rodea. Ball d’hivern es una excelente metáfora de la incomunicación humana en los tiempos del exceso de información. La mezcla entre la Primera Guerra Mundial, George Orwell, Franco, Sálvame, los payasos de la tele, el 1714 y las protestas contra la crisis es un retrato sublime del caos mental de referentes con el que tenemos que convivir a diario en las redes sociales y en nuestro interior emocional. Con imágenes pertubadoras, momentos inquietantes pero también íntimos y bonitos, le haría falta quizás un final más contundente para acabar de ser una propuesta redonda. Además, la experiencia de seguir la obra en directo a través de Twitter es muy interesante, pero parece que las personas que no lo hacen se pierden una parte demasiado importante del espectáculo, cuando tendría que ser sólo un aliciente añadido. Aún así, el montaje contiene un buen puñado de elementos cautivadores y un grupo de actores muy solventes que defienden con mucha dignidad su historia.

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