Por fin hemos entendido porqué se produjo ese crecimiento demográfico que creó la necesidad de aumentar el número de plazas escolares en los años sesenta y setenta. El título no es demasiado atractivo pero es bueno ir porque nada es lo que parece y nada hace pensar lo que después sucede.
Es una historia de enredos, sorprendente, divertida, con palabras picantes que crean equívocos. Parece una historia frívola y sosa al principio pero va tomando cuerpo a medida que van avanzando las escenas.
Se trata de un musical de creación de la Compañía EGOS Teatre con texto de Toni Sans y Rubén Montañà.
El teatro Gaudí es ideal por su gran versatilidad de espacios necesaria en este tipo de obra que precisa cambios rápidos de vestuario y constante movimiento de objetos en el escenario. Para conseguirlo el texto está milimetrado y da la sensación de que nada falla a pesar de los movimientos, carrerillas y desbarajustes.
Todos los actores son buenos/as intérpretes y también excelentes cantantes. Se hace presente el talento musical de Albert Mora en la creación de la música y en la dirección musical. Las canciones coral son lo mejor de la obra. Quiero destacar algunas actuaciones como la dificultad del papel de Facundo interpretado por José Pedro Garcia con un papel extravagante, exótico y provocador, Alexandra González, espléndida en su papel de mujer inocente y crédula, Anna Alborch, con una gran voz de soprano lírica en su punto de mujer engañada vengativa. Ya casi al final, una canción en solitario de Mònica Vives demuestra su gran dominio de la voz y del escenario. La canción es preciosa y descubre su historia.
Hay que ir para saber qué ocurre.