Esto es lo que exuda la pieza escrita, dirigida e interpretada por Alberto San Juan, y suerte de los toques de humor que nos dejan respirar, porque la crítica es feroz, y es que el chico está muy cabreado, y con razón, porque las cosas no han ido cómo se esperaba que fueran. Con una escenografía sobria, casi nada, y el juego de luces, nos ha regalado con más de dos horas de monólogo —¿es un monólogo?— cuando tenía que durar una hora y 25 minutos haciendo un repaso, desordenado, de la historia de España desde que él nació, hasta que se le hincharon las pelotas. Gran noche de teatro, monólogo, conferencia interpretada… chi lo sà.
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