Siempre es interesante ver a las nuevas compañías de jóvenes creadores crecer, experimentar y evolucionar, cada una, según su estilo, gustos o intereses. Después de ofrecernos un entretenimiento didáctico y filosófico en La paradoxa de Protàgoras, la ahora denominada compañía La Paradoxa propone una muy ingeniosa comedia disparatada. Anònims arranca desde un punto de partida bastante absurdo (el secuestro del cantante Joaquín Sabina) para plantear una sátira sobre la precariedad, la desilusión y el malestar general de los millennials ante su realidad. Escrita y dirigida por Jordi Manau, el espectáculo es divertido y desacomplejado. Con constantes referencias a la actualidad o personajes populares, su originalidad es tan fresca como desconcertante, demostrando que la nueva generación tiene unas reglas narrativas y un sentido del humor propios. Probablemente influenciada por las comedias de situación televisivas y las series de dibujos animados americanas (Los Simpsons, Padre de familia), la obra destaca por sus magníficos chistes, su buen ritmo y sus giros sorprendentes, sacrificando por el camino cualquier lógica estructural o la construcción de personajes más allá de los arquetipos que hacen funcionar su maquinaria cómica. Su carácter gamberro comporta también una dirección escénica anárquica y caótica que, en algunas ocasiones, debería haberse cuidado más. Sin embargo, el espectáculo demuestra una personalidad la suficientemente fuerte como para estar por encima de estos defectos, resulta gracioso y dinámico y su reparto se entrega a la causa con una energía y un carisma verdaderamente excepcionales.
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