Marc Rosich y Roberto G. Alonso han creado a cuatro manos un personaje que, efectivamente, no escribió Tennessee Williams porque no lo conoció. Una mujer que vive de la bondad de los extraños, bajo un puente, tras un desengaño amoroso.
Con ternura, oficio y mucha verdad, Roberto G. Alonso da vida a esta mujer atrapada en el limbo, en una realidad realmente oscura que ella sabe iluminar con un toque de magia.
Con una puesta en escena que combina danza y texto con gran acierto y una historia francamente conmovedora, A mí no me escribió Tennessee Williams (porque no me conocía) es uno de aquellos espectáculos que te acompaña cuando sales de la sala.
