La segunda obra de teatro de Cesc Gay es una comedia de situación que retrata los conflictos y roles familiares a través de cuatro intérpretes. La construcción de estos personajes y la relación entre ellos es precisamente el punto más fuerte de la obra y la que se encarga de servir la comedia durante más de una hora y media.
El principal conflicto gira entorno a los dos personajes masculinos, Pere Arquillué y Lluís Villanueva, dos hermanos que se enfrentan en un combate de egos incapaces de dejar de mirarse al ombligo. Los personajes femeninos, sin embargo, son figuras mediadoras que posibilitan este difícil encuentro. Por un lado, tenemos a la hermana, Cristina Plazas, la figura opuesta a sus hermanos, una mujer que siempre ha mirado hacia los demás sin preocuparse por lo que ella necesita, hasta que estalla en un maravilloso monólogo final. Por otro lado, tenemos a Àgata Roca, la mujer de uno de los hermanos y anfitriona de la velada que llena el escenario de su inteligente sarcasmo y cumple con la voz narradora que abre y cierra el espectáculo.
El texto funciona a la perfección y las interpretaciones conectan rápidamente con el público. No obstante, puede que se confíe demasiado en la repetición de gags, a pesar de ser uno de los recursos más utilizados en comedia en algunos casos puede llegar a resultar abusivo. Además, los gags están excesivamente comentados o remarcados por los intérpretes, rompiendo con el ritmo y restando potencial cómico en algunos momentos. En definitiva, una buena comedia con unos excelentes personajes, pero con una tendencia a subrayar cada momento cómico para que el espectador sepa cuando debe reír.