La tercera edición del Cicle Escenes, que pretende unir música y artes escénicas en L’Auditori, ha dado esta vez la oportunidad a Joan Català y Roser Tutusaus, dos especialistas en acrobacia y danza contemporánea que hasta ahora sólo habían estrenado espectáculos de calle. Su experiencia en el trabajo físico y el movimiento se ha unido con la de los percusionistas de Frames Percussion, dando como resultado un experimento que denota sensibilidad y ganas de encontrar estímulos y relaciones entre las dos expresiones artísticas. De hecho, creo que en esta ocasión se han cumplido perfectamente los objetivos del ciclo… cosa que no siempre ocurre.
Cuando se entra en la sala, un montón de piezas de hierro, chapas, tubos y utensilios de trabajo nos esperan dormidos en el suelo, o colgados del techo. Siete personas con batas grises nos transportan a una especie de taller metalúrgico, que es donde trabajaba precisamente la familia de Joan Català. A partir de aquí, cuando se apaga la luz de sala, todo va transformándose para dar paso a instrumentos o extraños artilugios de los que surgirá, como un milagro, la música. A la vez, tres bailarines experimentarán en su cuerpo las vibraciones o las emociones que produce la percusión, encadenando una serie de números en los que el equilibrio supone su principal herramienta. Un espectáculo, por lo tanto, que bebe y se nutre de las sinergias que se crean entre los siete artistas. Pequeños experimentos no exentos de belleza y de la extraña poesía que surge del hierro.