Al ver actualmente 4D Òptic es cuando te das cuenta del alboroto que debería formar hace 15 años, en el momento de su estreno. El placer del juego teatral, el caleidoscopio que suponen las obras de Daulte y la vertiginosa capacidad de generar sorpresa son algunos de los elementos que definen esta obra, a la que ya se le puede adjudicar la etiqueta de «pequeño clásico». Y es que cuesta mucho no rendirse a las dos historias propuestas (la doble realidad) ni a unos personajes que buscan relaciones personales (algunas bastante imposibles) y también respuestas a problemas científicos de difícil resolución. Esta parte de la trama es la que puede agobiar algo más al espectador, sobre todo por la gran cantidad de explicaciones ininteligibles, pero la fuerza de la historia y la dinámica dirección del mismo Daulte son tan grandes que finalmente pueden con todo.
Otro de los grandes aciertos de este montaje es que se trata de una reposición calcada, puesto que el reparto y el equipo técnico son prácticamente iguales a los del 2003. Esto repercute directamente, y de forma muy efectiva, en el ritmo, en la composición de los personajes y en la resolución de escenas realmente complicadas. Nora Navas, Sandra Monclús y Jordi Rico destacan en unos roles realmente sorprendentes, pero sería injusto no citar al resto del excelente reparto: Nies Jaume, Núria Legarda, Carme Poll, David Vert y Albert Triola. Lo que consigue Daulte de todos ellos es digno de admirar…Y es que quizás no hemos valorado suficientemente la herencia que el argentino ha dejado, y sigue dejando, en nuestro teatro. Una reposición que nadie debería dejarse escapar.